El Principito, la icónica obra de Antoine de Saint-Exupéry, no solo es un libro, es un fenómeno global. Se publicó por primera vez en 1943, este pequeño gran libro ha cruzado fronteras y culturas, y se ha convertido en una referencia de la literatura universal. Pero, ¿sabías que también es uno de los libros más traducidos de la historia?

Hasta la fecha, El Principito se ha traducido a más de 500 idiomas y dialectos, desde los más hablados del planeta, hasta lenguas en peligro de extinción o incluso idiomas artificiales como el esperanto o el klingon. Esto lo coloca junto a otros gigantes como la Biblia o las obras de Shakespeare. ¿Qué hace que esta historia sencilla y profunda, que protagoniza un niño rubio de otro planeta, tenga tanta capacidad de conectar con personas tan distintas?

 

Una obra que se adapta a todos los corazones

Parte del secreto de su éxito radica en la universalidad de sus mensajes: la importancia de la amistad, la mirada inocente ante la vida y la crítica a las absurdas prioridades del mundo adulto. Pero aquí es donde entra en juego la magia de la traducción que consigue trasladar esas emociones y matices a cada idioma, tarea que no es nada sencilla.

Algunas versiones han tenido que reinventar expresiones para adaptarlas a otros contextos culturales muy lejanos del original francés. Por ejemplo, la famosa frase «Lo esencial es invisible a los ojos» cobra matices diferentes dependiendo del idioma, aunque siempre mantiene la esencia que ha emocionado a millones de lectores.

 

Más curiosidades sobre las traducciones de la obra

Entre las versiones más llamativas está la traducción al tamasheq, la lengua de los tuareg del Sahara. También existe una edición en nahuatl, el idioma ancestral de los aztecas, y otra en tikuna, una lengua amazónica que apenas cuenta con unos pocos miles de hablantes.

¿Más rarezas? Hay una edición en braille para personas con discapacidad visual y otra en emoji, la «lengua» moderna que usamos cada día en redes sociales. Así es: El Principito también se expresa en caritas sonrientes y corazones.

Y no podemos olvidar las múltiples reversiones ilustradas, donde cada país o editorial ha dado su propia interpretación visual al entrañable principito, la rosa o el zorro.

 

Traducción y emoción, una pareja inseparable

Detrás de cada una de estas traducciones hay traductores y traductoras que han tenido que equilibrar fidelidad y creatividad. No se trata solo de traducir palabras, sino de transmitir emociones, metáforas y dobles sentidos. Por eso, El Principito es también un homenaje al poder de la traducción profesional para hacer que una obra toque el alma sin importar el idioma.

 

En Interleng, compartimos esa misma filosofía y te ayudamos a que tus ideas, productos y mensajes lleguen tan lejos como este clásico de la literatura. Porque, como diría el Principito: «Solo se ve bien con el corazón», y nosotros ponemos el corazón en cada proyecto.