Pedro II fue el segundo y último emperador de Brasil y gobernó durante aproximadamente 50 años, de 1840 a 1889. Se considera que era un intelectual, admirador de la ciencia, apreciaba de las artes y la literatura y destacó principalmente por ser un pionero de la cultura y educación.

 

Su madre murió cuando él tenía un año más o menos. Más tarde, su padre lo dejó solo a los cinco años, partió hacia Portugal para conquistar el trono portugués y murió allí cuando él tenía nueve. Aunque tuvo una infancia difícil, recibió una educación ejemplar, durante su formación asistió a clases de arte, historia, geografía, ciencias naturales, letras, idiomas, equitación y esgrima.

 

A lo largo de su vida mostró un gran interés por los idiomas. Su afición por estudiar idiomas comenzó durante su infancia cuando se preparaba para ocupar el cargo de jefe de Estado. Era “alumno de la nación”, nombre adquirido por el golpe de Estado de la mayoría de edad, donde Pedro II tenía anticipada su edad adulta para poder gobernar Brasil a los 14 años. Pasaba una gran parte del día estudiando, empezaba por la mañana y continuaba hasta la noche.

 

Sus ganas de aprender idiomas eran tan grandes que sus profesores lo acompañaban incluso cuando viajaba. El testimonio de la princesa Teresa de Baviera en Brasil, poco antes de la caída de la monarquía, afirmó que Pedro II dominaba más de 14 idiomas. Según algunos historiadores, hablaba 23 idiomas y dominaba 17 de ellos.

 

Las traducciones del emperador forman parte del contexto de su formación erudita. El estudio de las lenguas, así como la lectura de los autores que admiraba, instigaron su deseo de traducir.

 

Algunos estudios demuestran que Pedro de Alcántara hablaba alemán, italiano, español, francés, latín, hebreo y tupi-guaraní, griego, árabe, sánscrito y provenzal. Tradujo del griego, hebreo, árabe, francés, alemán, italiano e inglés.

 

Su labor como traductor es poco conocida incluso en el mundo académico, donde la investigación sobre el tema es escasa. Las traducciones las hizo él personalmente. Pedro II no tenía ninguna intención de publicar libros, escribía solo por placer, para entrenar su fluidez en los distintos idiomas que hablaba.

 

En relación con la traducción, el emperador no tenía como objetivo político difundir literatura, escritores o culturas extranjeras; ni una propuesta para transmitir textos en otros idiomas al portugués. Por ejemplo, Pedro tradujo del hebreo al latín y al francés. Realizaba las traducciones según su gusto personal y el objeto de estudio, o interés, que tenía en un momento determinado.

 

Intercambiaba correspondencia y encuentros con numerosos intelectuales, poetas y escritores de todo el mundo. A través de cartas y conversaciones, Pedro II obtuvo información, intercambió opiniones, además de recibir el apoyo de aquellos intelectuales que admiraban su dedicación a la traducción.

 

Aunque su actividad traductora se inserta en un contexto más personal que político, las traducciones que realizó Pedro II del hebreo fueron relevantes para los historiadores de la cultura judía que veneraban el papel del emperador en la preservación de la memoria del pueblo judío. Algunos investigadores como Shlomo Haramati de la Universidad Hebrea de Jerusalén enfatizan la importancia del proyecto de traducción de Pedro y lo consideran un gran amigo del pueblo judío porque promovió el rescate de ciertas tradiciones.

 

Se le respetaba por sus conocimientos en todo el mundo intelectual de la época, el emperador recibió grandes elogios del poeta estadounidense Longfellow, el cual sentía honrado de recibir la traducción de Pedro de su poema The Sicilian’s Tale: King Robert of Sicily, obra que consideraba fiel al original y muy bien traducida.

 

Pedro II fue el primero en traducir el clásico árabe “Las mil y una noches” del árabe arcaico al portugués brasileño. Fue miembro de la Royal Society, la Academia de Ciencias de Rusia, las Academias Reales de Ciencias y Artes de Bélgica y la Sociedad Geográfica Estadounidense. En 1875 fue elegido miembro de la Académie.

 

En 1889, sus nietos publicaron un libro con su poesía y sus traducciones. Otra parte de sus traducciones se publicó en 1891, en Poesies Hebraico-veProvençales. Sin embargo, algunas traducciones nunca se han publicado y para acceder a ellas se debe buscar directamente en los lugares donde se encuentran estas obras.

 

El emperador tradujo textos extensos. En su diario personal, también aparecen notas sobre sus traducciones y la fecha de cada subrayadas, así como los títulos de las obras que se propuso traducir. Entre los autores que tradujo destacan nombres como Victor Hugo, Henry Longfellow, Alessandro Manzoni, Schiller, Liégeard, Homer, Lamartine, Sully Prudhomme, Leconte de Lisle, Felix Anvers, John Whittier, Luigi Nobrega Dante Alighieri.

 

Como era políglota y traducía por placer, trabajó entre varios pares de lenguas pero no siempre se identifican los originales. En el Instituto Brasileño Histórico y Geográfico (IHGB) hay una traducción manuscrita del hebreo al latín de los cuatro capítulos del Libro de Rut (Biblia), una narrativa del Antiguo Testamento que muestra los principios que deben regir la comunidad judía. También se puede consultar el libro de poesía y traducciones del emperador que publicaron sus nietos D. Pedro y D. Luiz, hijos de la Princesa Isabel. Fue autor de 10 sonetos y tradujo 26 poemas, 2 canciones, 2 pasajes de la Divina Comedia y 7 canciones religiosas. La mayoría de las traducciones son poemas originales en francés.