En una época tan especial como la de Semana Santa, hemos querido investigar sobre Jesús de Nazaret y los idiomas que en aquella época hablaba. Donde él vivía se hablaban diversas lenguas, pero ¿qué idioma hablaba?, y ¿cuántos hablaba?

 

En la Palestina del siglo I, Jesús se topó durante sus largas caminatas con gente que hablaba otras lenguas y dialectos, como por ejemplo, el asdodeo, el samaritano, el fenicio, el árabe, el nabateo, el latín… Este último, aunque era el idioma oficial en Roma, no figura como idioma importante en la vida de Jesús.

Es probable que los habitantes de las pequeñas aldeas como Nazaret lo escuchaban entre los soldados romanos, pero nunca llegó a utilizarse como lo fueron el arameo, el griego o el hebreo.

 

El hebreo era la lengua de los eruditos y de las escrituras. Mientras que el idioma «cotidiano» de Jesús hubiera sido el arameo y es este último el que la mayoría de los estudiosos de la Biblia dicen que habló. Sin embargo, en el hogar y en las actividades comunes de las ciudades y poblados de Galilea, los judíos hablaban arameo. Este era el idioma materno con el que todo judío crecía. Los intercambios familiares y de vecindario, las transacciones pueblerinas, todos se hacían en arameo. El arameo era una lengua semita, emparentada al hebreo (algo así como la relación entre el portugués y el español).

 

Existían varios dialectos del arameo: el arameo de Jerusalén y el Galileo que hablaron Jesús y sus discípulos. Más y más eruditos coinciden actualmente en que además del arameo, también era común que la gente de toda clase social hablase o conociese el griego común, o koiné.

 

Desde la época de Alejandro Magno en el 330 a.C., el griego fue la lengua que acompañó la expansión del helenismo, la cultura de los griegos. En las escuelas los niños aprendían a leer el texto sagrado en hebreo. Así el griego fue penetrando en todas las esferas sociales de las comunidades judías. En los pueblos pequeños como Nazaret, los ciudadanos aprendieron y usaron el griego para las transacciones comerciales y para todo tipo de intercambio administrativo (regulaciones legales, contratos, impuestos, censo). Esa era la lengua franca del Imperio Romano, aunque existían las ciudades de la Decápolis, principalmente en Jordania, donde el idioma y la cultura griegos dominaban. Así que es muy probable que Jesús hablase griego.

 

Por todo lo anterior, no se puede rechazar la idea de que Jesús usara algunas veces el griego: «cuando predicó en Decápolis o Transjordania (Mt 4.25; Mc 3.8; 5.20; 7.31; 10.1) o cuando habló con Pilato. El hebreo se usaba sobre todo en los contextos religiosos. En la sinagoga, las Escrituras se leían en hebreo. Sin duda Jesús discutió en hebreo con los maestros y doctos en las sinagogas (Mc 1.21), también lo habló en el templo (Mc 11.17) y en los lugares públicos (Mt 19.3). En este contexto, se podría decir que el hebreo era el idioma literario.

 

Jesús siguió recitando el Shemá, las bendiciones y las oraciones de regla, en hebreo. Pero en sus oraciones privadas con Dios, Jesús habló con él en su idioma materno, el arameo. Por eso el Padrenuestro, en su versión original, fue registrado en arameo y no en hebreo.

 

El árabe no se introdujo en Palestina sino hasta mucho después. Sin embargo, el latín y el griego sí que se hablaban comúnmente en la época de Cristo. Es por eso que es poco probable que Jesús supiera latín más allá de unas pocas palabras. El latín era el idioma de las leyes y del ejército romano y sería improbable que Jesús estuviera familiarizado con el vocabulario.