La epidemia de la COVID-19 o SARS-Cov-2 ha llevado a miles de investigadores de varios países a trabajar día y noche sin descanso. La dimensión global de los efectos directos e indirectos del coronavirus requiere respuestas rápidas y ha puesto la producción y difusión científica en el punto de mira de toda la población.

 

Varios Órganos públicos y privados han compartido la información que sus investigaciones han recabado como parte del esfuerzo colectivo para combatir el contagio, saber más sobre la enfermedad, comprender mejor cómo actúa el virus, descubrir tratamientos lo más rápido posible y conseguir una forma de bloquearlo, es decir, descubrir una vacuna efectiva.

 

En la búsqueda de tratamientos eficaces contra la enfermedad, varios institutos y universidades de todo el mundo ya han avanzado en la investigación, y el papel que ha desempeñado la traducción biomédica ha sido fundamental para que todos los países tengan acceso al conjunto de estudios internacionales sobre la epidemia.

 

Cuando la ciencia avanza de una manera tan rápida y colectiva como ha sido necesaria en esta situación, la traducción es vital para contribuir al acceso global sobre el conocimiento. En este caso, más que nunca, la información es poder y es la tarea de los traductores facilitarla a todos los territorios.

 

La traducción científica, especialmente en el campo médico y farmacológico, se ha vuelto aún más necesaria para actualizar a los diferentes gobiernos, los profesionales de la salud, la población, la prensa y las empresas sobre las novedades que día a día se descubren en otros países que abordan la COVID-19.

 

En este momento la investigación sobre una vacuna contra el coronavirus está en pleno apogeo: según la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen 160 iniciativas en todo el mundo para desarrollarla.

 

De estas, 140 están en la fase preclínica (cuando aún no se han probado en humanos), 19 en la fase 1, 11 en la fase 2, seis en la fase 3 y 2 ya han sido aprobadas para su uso limitado. Una de ellas es la vacuna china CanSino, que ha sido lanzada para uso militar; y la otra es la vacuna rusa. Según el gobierno ruso, la vacuna es “efectiva” y confirman que ha pasado todas las pruebas necesarias y que permite obtener “inmunidad estable”.

 

Sin embargo, existen muchas sospechas dentro de la comunidad científica con respecto a la fiabilidad del compuesto, ya que el Rusia no revela ninguna información sobre la investigación que han llevado a cabo o el método que han utilizado para preparar la fórmula. Otra candidata, es la vacuna que ha producido la Universidad de Oxford y que se está probando en Reino Unido, Brasil, Estados Unidos y Sudáfrica.

 

Lo que pone en evidencia que el papel de los traductores en esta epidemia ha sido y será primordial para conseguir abatir la enfermedad. Una tarea que únicamente pueden ofrecer los traductores profesionales, que ponen todos sus conocimientos lingüísticos y multiculturales al alcance de la población, y realizan un trabajo excelente para garantizar que todas las traducciones tengan la máxima exactitud y presión que los textos originales.